Distensiones y desgarros
Recordamos, en primer lugar, que sólo analizaremos el papel de los estiramientos en el tratamiento de estas lesiones y no el panorama terapéutico integral de las mismas. En segundo lugar, pasemos revista a las consecuencias de un proceso de recuperación de estas afecciones sin estiramientos como parte integrante del mismo. Distensiones y desgarros suponen la rotura de un número más o menos grande de fibras. Producto de la misma se activan los procesos de reparación tisular, los cuales constan de una serie de pasos que, entre otros, incluyen la inflamación como primera respuesta biológica a la lesión, el dolor causado por la estimulación directa de nociceptores, el drenaje y limpieza progresiva de los detritos y residuos para, finalmente, dar comienzo al acto de cementación reunificando los sectores separados. A la inflamación le sucede, entonces, una fase de reparación, y a ésta, una de remodelación. La etapa de reparación consiste en, previa acumulación de fibroblastos (que no son otra cosa que los precursores de las microfibrillas de colágeno) en la región lesionada, la síntesis de fibras colágenas que, superponiéndose reticular y desordenadamente entre las superficies separadas, van configurando progresivamente una cicatriz cuya densidad y organización espacial puede, eventualmente, perjudicar la actividad elástico-contráctil a posteriori. Estas fibras de colágeno tienden puentes entre las superficies afectadas por la lesión. Lo importante es que esta configuración espacial desorganizada, lejos de conferir mayor fortaleza mecánica al tejido dañado, lo debilita drásticamente. Por otro lado, estas cicatrices se unen al resto de la musculatura a través de proyecciones muy similares a las de la unión miotendinosa. Recordemos que es éste (la unión miotendinosa) el sector más lábil de toda la unidad miotendinosa. Por consiguiente, el músculo agrega sectores débiles, frágiles, a su constitución íntima.
Di Santo, M. (2012). Amplitud de movimiento (pp. 778-779), Barcelona, Ed. Paidotribo.