Los glucocorticoides, hormonas producidas en la corteza suprarrenal a partir de los estímulos provenientes del eje hipotálamo-hipofisiario, son hormonas que responden a situaciones de estrés y favorecen la degradación de las proteínas del músculo (Kuoppasalmi, 1985). En realidad, la concentración sanguínea de cortisol suele aumentar cuando las reservas de hidratos de carbono del músculo o del hígado están muy disminuidas. Este aumento de la producción de cortisol, estimula la degradación de proteínas musculares y permite suministrar al organismo sustratos (las proteínas) que favorezcan la síntesis de hidratos de carbono (Kraemer, 2000), fundamentales para alimentar a los tejidos, especialmente, al cerebro. Si tenemos en cuenta que un aumento de la degradación de proteínas del músculo puede deteriorar sus proteínas contráctiles, esto indica que una elevada producción de cortisol se acompañará de una pérdida de proteínas musculares, una atrofia muscular y una disminución de la fuerza, con el consiguiente efecto negativo en el rendimiento deportivo.

 

  1. Izquierdo Redín, J. J. González-Badillo, J. Ibáñez Santos, A. Alonso Martínez y E. M. Gorostiaga Ayestarán (2006), Entrenamiento de fuerza: adaptaciones neuromusculares y hormonales, Fisiología del ejercicio (p. 172). PANAMERICANA (E.d.)

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