Es el margen de mejora de la adaptación o la posibilidad de progresión que tiene un deportista en un ciclo de entrenamiento.  Aunque al programar un ciclo de entrenamiento lo normal es que siempre se diseñe con la esperanza de que se produzca una mejora del rendimiento, la experiencia indica que, incluso realizando un entrenamiento razonable y objetivamente eficaz, esta mejora es muy diferente al final de cada ciclo. Una serie de posibles circunstancias como, por ejemplo: mejor resultado del sujeto, tiempo transcurrido desde la última mejora del resultado, entrenamiento realizado y resultado obtenido en el último ciclo, tiempo de descanso antes de iniciar el ciclo, salud general, así como otras cuestiones de tipo personal y de organización, hacen que las posibilidades de mejora durante el ciclo sean diferentes. La situación inicial puede preverse, pero es difícil modificarla una vez comenzado el ciclo de entrenamiento. Los primeros síntomas de lo que va a ser el resultado final del ciclo ya se pueden observar con mucha frecuencia durante las primeras semanas de trabajo.

González Badillo, J. J. y Ribas Serna, J. (2018), Supuestos básicos en la planificación y programación del entrenamiento de la fuerza, Programación del entrenamiento de fuerza (p. 180). INDE (E.d.)

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